En un gran barco que viajaba por todas partes del mundo, se encontraba Daniel, un gran marinero que disfrutaba estar la mayoría del tiempo viajando por el mar.
Dentro de los muchos lugares a los que viajaba, había llegado a unas hermosas zonas tropicales, en donde el barco iba a detenerse en el puerto para buscar algunos suministros y alimentos que hacían falta.
Al tener todo listo y preparado para bajar al puerto, Daniel bajo del barco para conocer el lugar.
Entonces al estar allí, observo a lo lejos grandes palmas, que parecían tener muchos cocos y recordó lo que le había pedido su abuela.
Su abuela había crecido durante una corta parte de su niñez en un lugar tropical donde siempre crecían gran cantidad de cocos, que le encantaban mucho hasta que un día tuvo que mudarse junto con su familia a otro país, que tenía un clima muy distinto y ahí no crecían los cocos.
Por eso ella siempre había querido volver a probar un coco, como lo solía a hacer de niña y le había pedido a su nieto que cuando visitará algún lugar donde los encontrara, le llevará para probar de nuevo su fruta favorita, que le traía grandes recuerdos.
Entonces cuando se acercó un poco más y se percató que en realidad si eran cocos.
Fue preguntar a las personas del puerto si era posible tomar los cocos y le dijeron que si los podía tomar.
Por lo que intento subirse a la palma de cocos, pero estaba muy resbalosa y cada vez que lo intentaba se caía al suelo.
Así que le pidió ayuda a sus compañeros del barco para lograr agarrar los cocos para su abuela.
Entre ellos cada uno intento subir la palma, pero tampoco podían, esto se estaba convirtiendo en un reto.
Pero ellos iban a intentar todo lo posible para obtener los cocos, por lo que hicieron una especie de cadena para subir a la palma y así lograr obtener los cocos.
Y con eso por fin habían logrado agarrar los cocos, aunque habían tenido algunas complicaciones al inicio y por eso Daniel les agradeció por toda la ayuda que le habían dado por los cocos para su abuela.
Cuando los tenía, quería llevárselos a su abuela, así que tenía que recorrer un largo camino para llevarle los cocos y darle una gran sorpresa.
Así que en el barco iban a viajar muchos kilómetros hasta que finalmente llegaran.
Cuando llego dijo con una sonrisa “mi abuela va estar muy contenta cuando vea estos cocos viajeros”.
Ella al ver de regreso a su nieto estaba muy contenta y la sorprendió con unos cocos, que tanto deseaba volver a probar.
Entonces con un gran abrazo le dijo “gracias Daniel, me has hecho muy feliz, al probar estos cocos he recordado maravillosos momentos, pero lo que más feliz me ha hecho, es que estés aquí conmigo después de tanto tiempo”.
Ambos siguieron muy emocionados y el escuchaba todas las grandes historias que había vivido su abuela.
Autor: Samuel Frias Registrado en SafeCreative.